TALLER DE ARQUITECTURA V-A COTO

Hace hace algunas décadas atrás, gran parte de la intelectualidad, tanto de izquierda como de derecha, creía tener certezas sobre el futuro de la humanidad sustentado en concepciones sobre desarrollos futuros éticamente saludables.

Hoy, podemos decir, que esa realidad se ha revertido, que existe desconcierto sobre el futuro y que muchas de las predicciones no dejan de estar cargadas de pesimismo.

Ante esta situación, algunos piensan que la ciencia y la tecnología deberían proveer las respuestas para guiar el futuro de la especie; mientras que otros apuestan a que son las tradiciones culturales, morales y religiosas de los distintos lugares las que podrían ofrecer una salida.

Ambas concepciones, posiblemente, tendrían serias limitaciones para encontrar respuesta, como por ejemplo, las frecuentes crisis económicas, las guerras étnicas, las masivas protestas sobre género y control de natalidad, las grandes masas de pueblos marginados, las descontroladas corrientes migratorias; así como también la tecnología es capaz de poner fin a la humanidad como conjunto – ya sea vía catástrofe nuclear o por deterioro progresivo del medio ambiente y de los recursos naturales – ponen de manifiesto que estos problemas no se solucionan solo con una respuesta técnica. Es claro que para alcanzar un punto de equilibrio es necesaria la efectiva participación de la filosofía y de las ciencias, en un nuevo marco humanista donde la ética y la racionalidad iluminen sus accionar.

Así el proceso de enseñanza-aprendizaje, se inicia teniendo como horizonte un diagnóstico de la realidad actual, en sus aspectos culturales, sociales, científicos y artísticos; donde la fragmentación es característica y se encuentra estimulada por la participación activa de los medios masivos de comunicación y redes globales-sociales, que son signos de la cultura contemporánea, tal como lo afirma Jaques Leenhardt (1998) en la siguiente cita:

«La crisis del pensamiento y de los valores es fundamentalmente una crisis de sintaxis, ya que esta crisis encuentra origen en la fragmentación de estructuras culturales y su corolario, en la fragmentación de «imágenes del mundo» – en el sentido global simbólico de la palabra – y ello en referencia al flujo de imágenes que nos lleva cotidianamente a través de las redes concurrentes de información»….»el fundamento que en el pasado organizaba las creencias y los actos, se encuentra en incapacidad de organizar los elementos ideológicos directores de la actual existencia» (Jaques Leenhardt, 1998).

Esta crisis actual también la explica Zygmun Bauman en «La cultura en el mundo de la modernidad líquida» (2013), donde explicita que cultura fue concebida originalmente como un agente de cambio, una misión emprendida con el objeto de educar a las masas y refinar sus costumbres. Pero en nuestro mundo contemporáneo de la modernidad líquida, la cultura ha perdido su rol misional: ya no busca ilustrar e iluminar al pueblo sino seducir al público. Inserta en una sociedad de consumo, su función no consiste en satisfacer las necesidades existentes sino en crear necesidades nuevas, y a la vez garantizar la permanente insatisfacción de las que ya están afianzadas. Así, la cultura actual se asemeja a una gran tienda cuyos estantes rebosan de bienes deseables que cambian a diario, en competencia por la atención insoportablemente fugaz y distraída de los potenciales clientes.

Esta situación afecta la capacidad de estructurar la cadena de elementos significantes y de sentidos – que permite vincular a los hombres entre si -, imposibilitando garantizar su consistencia y desembocando de algún modo en la dificultad de constituir un tejido armónico de comunicaciones interculturales e impersonales.

Este breve diagnóstico efectuado sobre la realidad, denota que los paradigmas de la modernidad han perdido vigencia y muestra una de las aristas importantes sobre las que contextualizará el accionar del taller.

Así, entonces, podemos decir que la SOCIEDAD con toda su complejidad, hace a diario su mayor producto: la CIUDAD. A través de informaciones específicas de las diversas disciplinas, especialmente las vinculadas a los hechos micro y macro económicos, se produce la evolución del pensamiento y la variación de la inserción del profesional del ARQUITECTO.

Se entiende que una propuesta con CONTENIDO SOCIAL se relaciona, de modo incontrovertible, con un HECHO URBANO, TERRITORIAL y AMBIENTAL, dado que guarda estrechos vínculos con la localización de la población y sus actividades, con el uso y la ocupación del suelo, con la dotación de infraestructura y equipamiento, y la prestación de servicios básicos y no básicos.

Por lo cual, entendemos que el accionar del futuro profesional arquitecto debe estar comprometido con aquellos objetivos con contenido social, para un lugar determinado y desarrollado con herramientas y tecnologías que permitan un desarrollo sustentable.

Decimos, de manera sintética que  las propuestas arquitectónicas deben responder al ESPITITU DEL LUGAR y al ESPIRITU DE LA EPOCA. Las IDEAS que se desarrollan en el taller, conllevan una profunda revisión de las convicciones, un auto examen y una búsqueda de respuestas originales y creativas, apropiadas para los escenarios cambiantes como el que plantea la globalización y el cambio cultural constante.